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La Azafata de Tierra

Mi primer contacto con el mundo de la aviación fue en el año 1996 y mientras cursaba en La Coruña, el segundo curso de Técnico de Empresas y Actividades Turísticas (Diplomatura Universitaria de Turismo), me comentaron que una aerolínea en concreto, iba a realizar una serie de entrevistas de trabajo para optar al puesto de Tripulante de Cabina de Vuelo.

Anteriormente, había realizado en Vigo dos cursos de azafatas, en dos escuelas diferentes, uno de ellos de dos años de duración y el otro de uno. Como tenían horarios diferentes hice compatible poder ir a las dos Escuelas durante el primer año, y poder completar así los dos cursos.

Fueron precisamente desde una de las escuelas de azafatas en las que había estudiado, de donde me realizaron una llamada que decía lo siguiente: Haz las maletas, que la entrevista de trabajo es en Valencia.

No me lo pensé dos veces, y en tres horas había reservado un hotel cerca de la calle donde iba a ser entrevistada, y sacado el billete de ida y vuelta (por su puesto todo esto se lo tiene que pagar uno mismo). Consideré que debía llegar el día anterior para así poder descansar lo suficiente. En realidad la entrevista era a cargo de una gestora que seleccionaba a futuros candidatos a ocupar un puesto de trabajo, dentro de una compañía aérea, que era la que había determinado, qué perfil profesional debía tener  la futura auxiliar de vuelo (cosa por cierto bastante usual).

Yo mido 1,58 cm, y uno de los requisitos era medir 1,60 cm, y esa era precisamente la peor de mis pesadillas. Mi profesora de la escuela de azafatas me animó a intentarlo, y bueno, allí estaba yo, un día antes de la entrevista, en Valencia, ya en la habitación del hotel, en el suelo acostada, al lado de mi cama, pensando que por favor fuese cierto que dormir en el suelo iba a hacer que midiese esos dos centímetro a más…La entrevista empezaba temprano, a eso de las once de la mañana, por lo que madrugué y busqué una peluquería cercana, y empecé a poner en práctica todo el protocolo que me habían enseñado, que era básicamente ir vestida, de la forma más parecida a lo que sería una azafata en toda regla.

Éramos casi unas cuarenta personas, los nervios se notaban en todas-os y nos mandaron ir pasando a una sala, y allí nos tomaban el nombre y nos daban una hora para volver. A mí me tocó pronto, y a las 11:45 h estaba sentada delante de dos señoras. La entrevista empezó en inglés, y me preguntaron mi nombre, de donde venía, por qué estaba allí, cuáles eran mis virtudes y cuáles mis defectos, el último libro que había leído (que les hablase de él), la última película que había visto, si estaba estudiando, por qué quería trabajar para una empresa, si estaba dispuesta a vivir fuera de mi ciudad, etc, etc, etc. Una vez que acababan de apuntar todo eso, te medían (yo temblaba) descalza y apoyada contra la pared, utilizando un medidor como el de los médicos y bueno, allí marcaba 1,59 cm (se ve que el haber dormido en el suelo dio buenos resultados) y la cara de mis entrevistadores no era muy satisfactoria, lo que chocaba con mi alegría en aquellos momentos; Para asombro mío, apuntaron 1,60 cm en su ficha de candidata y me dijeron que esperase en la otra sala. A los quince minutos, me llamaron para la entrevista en francés y acabada esa entrevista, la cual fue encaminada básicamente en las mismas preguntas que me habían formulado en inglés, me dijeron que regresase a las 16: 30 h, para un examen psicotécnico y otro psicológico, con la idea clara de que al pasar esas pruebas me esperaba la entrevista personal con un miembro de la compañía aérea.

Por suerte pasé todos los exámenes y allí estaba, en la recta final, con la persona que debía decidir si me querían o no en su empresa, y lo primero que me dijo al ver mi currículum fue que no dejase los estudios de T.E.A.T, dado que la compañía valoraba positivamente a un candidato que se presentase con los estudios terminados. Pensé que ese día ya nos iban a decir si estábamos dentro o no, pero tuve que esperar dieciocho días, para que me dieran la noticia de que estaba dentro. Lógicamente era un decir, porque al mismo tiempo me informaban que tendría que realizar (y pagarme) el curso de TCP que impartía la propia compañía aérea, y que naturalmente era obligatorio hacer. Estábamos entonces hablando de residir durante tres meses en Valencia, pagarme el curso y demás gastos añadidos, y para cuando se lo comuniqué a mi familia, me contestaron que sería más recomendable terminar primero mis estudios, antes que invertir tiempo y dinero en algo que aún aprobando, no era eso garantía suficiente para que me contrataran.

En definitiva, mi gozo en un pozo, y mi sueño de poder ser Azafata de Vuelo, tendría irremediablemente que esperar. Termine los estudios y no volvería a tener contacto con el mundo de la aviación hasta años después.

Actualmente, llevo ya 12 años y dos meses trabajando en una importante compañía aérea, cuyas oficinas se encuentran en nuestra ciudad. Como Azafata de Tierra, tengo mi horario de lunes a viernes, y si estuviese volando, los horarios serían totalmente diferentes. El uniforme es es mismo que el que utilizan las Azafatas de Vuelo de mi compañía, y entre otras cosas he tenido la suerte de poder volar hasta seis veces en el cokpit de un avión, compartiendo esos intensos momentos con los pilotos y disfrutando por unas horas de la simpatía y buen hacer del resto de tripulantes de cabina.

Realizo mi trabajo en calidad de «Sales Support Management» (ventas y apoyo a agencias de viaje), y consiste fundamentalmente en ayudar a las agencias de viajes, en cualquier problema que puedan surgir con las emisiones, reemisiones, penalizaciones, lista de espera, etc que tengan que ver con una reserva de vuelo, en la compañía para la que trabajo. Al mismo tiempo también realizo reconfirmaciones y ventas directas a los clientes que deciden realizar la compra de sus vuelos directamente en nuestras oficinas.

Me encanta mi trabajo y aunque no estoy trabajando en el aire, si puedo viajar como «staff» y tanto mi familia como yo podemos disfrutar en nuestras vacaciones de dicho privilegio. No vuelo cada día a un país diferente, pero vendo viajes a cualquier parte del mundo y conozco las capitales de todos los países a los que volamos. No estoy en el aire, pero vendo ilusiones, vacaciones, acuerdos comerciales, reencuentros entre viejos amigos y familiares.

Ya para terminar, he de decir que mi trabajo es igual de importante que el que realizan otras compañeras, quizás más conocidas por el gran público, pero debéis saber que existen muchísimas ocupaciones en el ámbito de la aviación, en las que poder desarrollarte como persona y que al mismo tiempo te brindan la oportunidad de desempeñar una interesante labor profesional.

P. Estévez-Sales Support Management.