Bangor es una ciudad ubicada en el condado de Penobscot en el estado estadounidense de Maine (noreste de los EE.UU), y desde allí comenzó esta odisea a bordo de una Cessna 172, cuyo destino final se sitúa en Etimesgut, un distrito metropolitano de la provincia de Ankara, en la Anatolia central, región de Turquía, a 25 km de Ankara centro ciudad.
Lógicamente el viaje es de una proporción bastante considerable, más si se tiene en cuenta el tipo de avión empleado, y que únicamente forman parte de la tripulación, una sola persona, el piloto.
Por si esto fuera poco, ahora hay que añadirle que el viaje se realiza en únicamente dos saltos, lo que supone que se ha cruzado todo el océano Atlántico, sin escalas.
La única escala realizada en este largo viaje, se realizó en Vigo, al considerarla por parte del piloto como “obligatoria”.
Cuando los aviones “pequeños” sobrevuelan el océano Atlántico, suelen tomarse una serie de precauciones, como la utilización por parte del piloto, de un traje de supervivencia (generalmente por si un fallo técnico te hace amerizar), diferentes emisoras de radio de larga distancia, etc.
Si hablamos del avión propiamente dicho, es necesario desmontar los asientos traseros para poder montar un depósito de combustible auxiliar. Lógicamente este depósito auxiliar lleva un sistema de trasvase al motor para poderle inyectar hasta un total de 480 litros adicionales.
La instalación de este depósito de acero inoxidable, si bien beneficia en la autonomía, perjudica la velocidad de crucero, reduciendo la standard de 125 nudos a 115 nudos, durante la mayor parte del viaje.
Según Jaime Comesaña, director de Aviation Handling, “este tipo de viajes son toda una proeza, tanto desde el punto de vista humano como técnico”. “Cuando lo atendimos a su llegada al aeropuerto de Vigo, se le notaba cierto cansancio acumulado, pero en buen estado en general, más teniendo en cuenta que nada más aterrizar y después de comprobar ciertos parámetros, para realizar el siguiente salto a su destino final, aprovecho para comer y beber algo, y realizar una merecida siesta de ¡4 horas!, tras haber concluido la primera etapa del viaje, exactamente en: 22 h 37´. Mientras tanto, el equipo técnico de Aviation Handling, configuraba el plan de vuelo hacia Ankara, reponía el combustible necesario para la segunda etapa, y proporcionaba acceso a Internet.
Jaime Comesaña, acostumbrado a atender a la práctica totalidad de personalidades que aterrizan en el aeropuerto de Vigo, en Jets Privados, no deja de asombrarse cuando clientes de este tipo llaman a su puerta.
Momento en el que inicia el despegue desde Vigo a Ankara, que le llevó 16 h 26 min., con lo que finalizó su viaje en un total de 39 horas, sin ningún percance ni contratiempos dignos de mención, y así se lo hizo constar a Aviation Handling, mediante un e-mail, recibido nada más aterrizar en Ankara.
Volveremos a hablar de nuevo de este tipo de proezas, ya que tiene otras tres avionetas pendientes de trasladar al mismo destino (una escuela de vuelo en Turquía), a través de la misma ruta, con lo cuál presumiblemente lo volveremos a ver muy pronto.
VigoVuela, como no podía ser de otra forma ha estado presente en la llegada a Vigo, de este “enigmático” piloto, quien antes de despegar, todavía tuvo tiempo de visitar nuestra página web, y permitió que nos hiciéramos eco de esta increíble hazaña.
Leandro de Justo, tuvo ocasión de conversar con él, justo antes de partir rumbo a Ankara.
Por cierto, quien tenga curiosidad por saber quien era el piloto de este épico viaje, decir que es ese señor que aparece en las fotografías con camiseta de color azul y pantalón vaquero.